En China las películas terminan diferente. Vigilancia a la ficción o hegemonía de la autocensura.

Adrián Soriano
5 min readFeb 4, 2022

Desde hace unas semanas ha vuelto a los temas de discusión en internet la compleja maquinaria de la muralla digital china con la que el partido comunista vigila y controla los contenidos digitales que entran y salen de su territorio. Probablemente estés pensando que esto que cuento va hacia alguna ficción Orwelliana si nunca has escuchado al respecto pero es una contundente realidad no tan ajena a occidente como lo veremos más adelante. Es sabido por todos que el internet dentro de territorio chino es controlado por una suerte de cortafuegos universal que impide de primera instancia, usar aplicaciones o entrar a páginas que normalmente usamos fuera de China como YouTube, Facebook, Twitter, Google, etcétera.

Cada una de estas plataformas y sus respectivas funciones están sustituidas por una versión china de cada una en donde por supuesto existe la presencia del gobierno para decidir que llega a los ojos de los internautas y que no, incluyendo los mensajes entre ellos y la comunicación que puedan tener.

Recientemente una publicación de la plataforma china Tencent Video en donde muestran un fotograma de la película «El club de la pelea» (David Fincher, 1999.) en la versión china se hizo tendencia por dar un final no solo alternativo a la historia sino totalmente influenciado por este gran ojo vigilante, concretamente el final de la historia fue modificado argumentando en el texto que los planes de Tyler de explotar los edificios y atentar así contra el orden social y su alterego (si, esa escena tan icónica con «where is My Mind» de Pixies sonando al fondo) no se lleva a cabo gracias a su oportuno arresto y posterior envío al hospital psiquiátrico.

Las películas con versiones alternativas o con elementos que sean más identificables con ciertas regiones que con otras es relativamente común, muchas de las películas más taquilleras o conocidas tienen diferencias sutiles de región a región pero que al final no modifican la historia ni la línea narrativa, obedecen más bien a la necesidad de «tropicalizar» el producto final para su mejor recepción en mercados específicos, para este caso y todos los que podemos debatir relacionados a la censura china son totalmente transgresores con la historia, los personajes y el trabajo final del artista creador.La lectura socio política de estas acciones ha sido comentada y estudiada de manera muy extensa en trabajos serios especialmente realizados desde fuera de China por activistas que lo han denunciado y documentado mientras que otros dentro del territorio han sido desaparecidos de la red e incluso encarcelados.

Los estudios de Hollywood saben de antemano la importancia del mercado cinematográfico chino pues para 2021 se colocó en el lugar número uno a nivel mundial pasando de 40 mil salas a 71 mil lo que representa un gran porcentaje de las ganancias que un filme puede ganar o perder. Es aquí donde deberíamos preguntarnos si de una u otra manera desde la misma escritura de los proyectos cinematográficos los estudios no estarán ya predispuestos a presentar historias que sean fácilmente aprobadas por el gobierno Chino y que satisfagan el gusto de ese mercado a través de la autocensura, seamos francos y admitamos que pocas casas productoras apostarían por un estreno que no se piense distribuir en el gigante asiático.

Recordemos también que la adaptación al cine «Fight Club» del director David Fincher de 1999 está basada en la novela homónima del escritor estadounidense Charles Michael «Chuck» Palahniuk de 1996 quien a partir de la reciente polémica con el filme declaró que le resulta doblemente irónica la situación pues sus libros siempre han sufrido en mayor o menor medida el peso de la censura estadounidense al prohibir su distribución en diversos lugares mientras que el final alternativo que propone el gobierno chino es en realidad más parecido al final del libro que al de la película, probablemente Palahniuk dejó entrever que está abierto a la reinterpretación de su obra justo como lo hizo Fincher al modificar el final para darle un cierre más vistoso en pantallas aunque no hay una pronunciación oficial sobre el tema de la censura china directamente.

De manera paralela al debate sobre la censura china muchos perfiles entraron en una ola de publicaciones en donde se juega a cambiar el final de películas o historias ya conocidas de manera concreta y tajante como el ejemplo en cuestión, el ejercicio ha derivado en distorsiones de las historias de pronto chuscas o de pronto interesantes de imaginar. Dicho ejercicio me recordó a un locutor argentino que escuché hace varios años que imaginaba en su programa finales alternativos de obras de la literatura universal si los personajes hubieran tenido acceso a un smartphone.

Resulta interesante detenernos a pensar si de alguna manera este tipo de censura está presente en las historias que consumimos día a día en series, películas, novelas, caricaturas, canciones, etcétera. Puede parecer una exageración que actualmente las historias que consumimos pasan por algún filtro encargado de elegir que historias podemos conocer y cuales no.

¿Recuerda alguna película, serie o libro recientemente que le diera alguna sensación de que la historia fue intencionalmente escrita o modificada por algún motivo relacionado a la censura? Normalmente no nos detenemos a pensar en ello pero es probable que la censura pasiva este sucediendo ante nuestros ojos con todo el entretenimiento que consumimos sin reparar en ello. ¿En pleno 2022 podría una película provocar una revuelta social o de pensamiento lo suficientemente importante como para que las personas en el poder tengan que detener o modificar su distribución? Probablemente nos encontramos en un punto en donde ninguna película pueda romper la pared de la ficción y sea cual sea su mensaje no haga más que entretenernos un par de horas y dejarnos pensando sobre el tema un par más para simplemente seguir con nuestras vidas esperando a que llegue la siguiente historia de la que todos están hablando.

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Adrián Soriano
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Art historian, lover of great stories and conversations. Traveler living at Mexico City. What if we meet at the museum? / @adrian.soriano_ on instagram /